////// Año XVº /// Editor Anónimo: Daniel Ares /// "Prefiero ser martillo que yunque", Julio Popper ///
Mostrando entradas con la etiqueta Palabras de amor. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Palabras de amor. Mostrar todas las entradas

martes, 8 de marzo de 2011

DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER: ALZAMOS LA BANDERA BLANCA EN LA GUERRA DE LOS SEXOS...

En el Día internacional de la Mujer, El Martiyo saluda a todas las chicas del mundo, y rescata para la ocasión, de lo recóndito de sus archivos, este breve texto publicado tan luego en nuestro enemigo diario Clarín, y tan luego para esta misma fecha en ocasión del primer año del suplemento Mujer.
Aquí el autor renunciaba públicamente a un machismo al que ya había renuniado íntimamente mucho antes, y avasallado por los hechos: las mujeres son mejores.
Hoy, aún convencido tantos años despuès, aquí El Martiyo reedita esas palabras, en nombre de muchos hombres, y en homenaje a todas las mujeres del mundo.
A todas.


ADIÓS A LAS ARMAS

 

Ya en el principio de los tiempos, cuando la prole creció demasiado y las grandes presas comenzaron a escasear, la señora del cavernícola tuvo que salir a cazar con su marido para evitar que el hambre se comiera a sus hijos. Ahí, así, empezó el conflicto, nació la competencia, el gran clásico de los clásicos de todos los tiempos: Adán y Eva-Eva y Adán, esa ardiente rivalidad.
Porque al principio los hombres se creyeron muy superiores, sabían  manejar mejor las armas (ellos mismos las habían diseñado, claro), conocían de memoria el bosque y sus peligros, les daba por inventar chistes muy compadritos, y se mataban de la risa de la torpeza de sus mujeres. "Andá a lavar los platos", gritaban los monos entre los árboles... y las chicas se molestaron.
Tocadas en su orgullo más orgulloso, decidieron demostrarles a esos ordinarios que ellas también podían, y así, ahí, fue cuando aquella rivalidad casera, moderada, casi deportiva, dejó de ser un juego y pasó a ser una guerra: la guerra de los sexos.
De allí en más, ellas, las chicas, calladitas y laboriosas -sumisas en apariencia-, aprendieron perfectamente a manejar el arco y la flecha, el remo, el fuego, la ley y el orden... y tan sólo por demostrar que eran iguales, un día descubrieron que eran mejores. Juezas, periodistas, colectiveras, automovilistas, políticas, policías, médicas o combatientes; de pronto las mujeres eran hombres mejores que los hombres, porque además eran hombres capaces de concebir y parir y amamantar más hombres. Y así en pocos años, en dos o tres décadas apenas, ganaron la guerra. 
Ahora tienen un Día Internacional de la Mujer y suplementos específicos en los diarios que los hombres no tenemos; ahora tienen ministerios, secretarías y organismos propios que los hombres no supimos conseguir; ahora juegan al fútbol, fuman puros y boxean; y al cabo del siglo XX, en  una clara demostración de victoria y poderío, consiguieron que el feminismo fuese considerado un movimiento, y el machismo un defecto. Ganaron. Hurra. Bravo.
En esa inteligencia, ante semejante desenlace, en el alba de un nuevo milenio, creo que es un momento por demás propicio para admitir la derrota, anunciar el fin de la contienda, y ungir a las vencedoras.
Ustedes tenían razón, chicas: el machismo es cosa de primates, de cavernícolas, de trogloditas, de infelices maricones, sí... Adiós a las armas. Ya nunca jamás nos oirán decir que nada les viene bien, que ni dios las entiende, que hablan en otro idioma, ni todas esas gansadas que decíamos ayer, nunca jamás. Se acabaron los machistas. Los últimos rebeldes sobreviven ocultos en la más patética misoginia, o se desangran acantonados en la soledad más atroz.
Basta.
Bandera blanca.
Viva la paz.
En mi nombre y en el nombre de mis amigos -todos auténticos machos argentinos-, aquí depongo las armas y al pie firmo la rendición. Otros suscribirán. Stop.
Felicitaciones. Stop.
Ahora repartan copas y besos y que empiece la fiesta que aquí seguimos nosotros: los sedientos de siempre.
Stop.


Daniel Ares, por El Martiyo



* * *

jueves, 6 de enero de 2011

UNA HISTORIA DE AMOR BREVE Y BRAVA...

El amor después del amor, y de los amantes también.




ESAS COSAS DE CELESTE Y ROSA





Esto sucedió la semana pasada en Sao Paulo, pero no importa dónde ni cuándo.
Un chico de 20 años, rechazado por su novia, decide visitarla armado con un revólver, y la toma de rehén.
Al llegar la encuentra con un grupo de compañeros, en su casa, estudiando.
A punta de pistola, Linderberg -así se llama nuestro héroe-, saca a todos los intrusos de allí, y se queda con su novia y con una amiga de ella que no quiso abandonarla en dicho trance.
Desde luego, la policía no tarda en aparecer, rodea el edificio, y comienzan las negociaciones y pasan horas... Horas que al cabo suman un día, y luego dos, y tres, y cuatro y cinco, y recién entonces, ala quinto día, mientras la televisión ya transmitía entre bostezos las  no-noticias directamente desde el lugar, ¡pumba!, se oye una explosión, la policía de pronto tira la puerta del departamento abajo, y de la lógica confusión que se desata, sacan primero un chico ya maniatado -¡es Linderberg-, luego una chica, no sabemos quién es pero sangra por la boca, y luego por fin aparece la otra chica alzada por un policía que la saca de allí corriendo...
Telón.
Más tarde confirmarán los noticieros que ambas chicas habían recibido sendos balazos en la cabeza.
La exnovia, el sábado a la noche, fue declarada clínicamente muerta.
La otra chica, herida en la boca, precisará de algunas cirugías, pero sobrevivirá.
Linderberg quedó incomunicado. Su abogado renunció, y la justicia sólo espera que se reponga y pueda hablar la testigo sobreviviente.
Mientras tanto en Sao Paulo, en Tokio, en Johannesburgo, en París, La Paz o Nueva York, el amor más allá de sus amantes sigue flechando corazones... cuando no baléandolos.

El amor siempre vence.
Sea como sea.

sábado, 25 de diciembre de 2010

PALABRAS DE AMOR. HOY: "La palabra amor"

Palabras, tan sólo palabras...


LA PALABRA AMOR




* * *


“El hombre sabe que hay en el alma tintes más desconcertantes, más innumerables y más anónimos que los de una selva otoñal… cree, sin embargo, que esos tintes, en todas sus fusiones, son representables con precisión por un mecanismo arbitrario de gruñidos y de chillidos. Cree que del interior de una bolsita salen realmente ruidos que significan todos los misterios de la memoria y todos los anhelos del alma”.
Gilbert Keith Chesterton



En vano la Real Academia Española de la Lengua se afana en explicarnos los variados y complejos y por lo tanto inestables sentidos de la palabra amor. Le hablan, sepanló caballeros castellanos, a un planeta de zombis. Los enamorados no entienden nada del amor, ni siquiera su nombre.
Lo doloroso, lo temible, lo terrible, es que la Real Academia, tampoco parece entenderlo del todo pese a los siete intentos que aquí uno por uno pasamos a revisar.
Dice dicho diccionario:
Amor: 1. sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y uniòn con otro ser.
Stop. Digamos antes que nada, que si “partimos de una insuficiencia”, sería mejor volver a casa. Porque a partir de esa insuficiencia, se necesita y se busca el encuentro y la uniòn… la palabra amor, como vemos, quedó ya muy atrás.
Como es claro que ni a ellos les queda muy claro, el diccionario (acaso curiosa variedad del dinosaurio, digamos de paso), intenta una vez más:
2. sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir. Comunicarnos y crear.
Muy bonito, sí. Aunque admitamosló también, caballeros castellanos, tiene más el tono de una publicidad de celulares, que de una definición tan necesaria. ..
Vamos de vuelta. Prueban los académicos una vez más:
3. Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.
Aquí, según parece, ya cualquier cosa sirve: alguien o algo, una persona, un bicho, un mueble, un cachivache sentimental… Ya sólo basta el afecto. La inclinación… o sea: te agachás un poquito y…
A esta altura de la definición, se advierte que estos reales definidores de nuestra lengua, empiezan a perder el rumbo.
El pobre diccionario sigue así, (hace lo que puede).
4. Tendencia a la uniòn sexual.
Y chau. Cortita y al pie.
Aquì ya chocaron los planetas, ya no queda espacio para bordados, ma´qué alegría de vivir ni energía para la uniòn, ni nada… ¡carne!, gritan los reales de la lengua, ¡Carne, sudor y saliva!, eso es el amor al fin y al cabo…
Y prueban otra vez, ya medio desesperados:
5. Blandura, suavidad…
Ya no saben ni lo que dicen, hasta que por fin lo dicen:
7. Apetito sexual de los animales.
¡ACABARAMOS!...
"¡Apetito sexual de los animales!", ¿eso es el amor, despuès de todo y tanto, para la Real Academia Española?... ¿De eso hablamos, al fin y al cabo, cuando hablamos de "amor"?
En fin… a favor del lector, ante semejante estrepitoso fracaso de la Real Academia, sin alterar las coordandas de su lógica, y con sus mismas palabras, El Martiyo, valientemente siempre, intentará resolver aquí este trágico galimatías, en una síntesis que todo lo contenga, y que aún así, se entienda igual. Allí vamos:
Amor. Intenso apetito animal por una persona o algo con inclinación para la unión sexua que nos entregue su energía y alegría con blandura y suavidad, para comunicarnos mejor y así completar nuestras insuficiencias.
¿Queda más claro ahora?
Así sea.
Amen.
(O copulen, que ya ven que es más o menos lo mismo).

* * *

lunes, 20 de diciembre de 2010

CONFIRMADO: LOS AMORES ETERNOS DURAN DOS HORAS

Hablemos de amor



LA PELÍCULA DE LA FELICIDAD





"Hollywood no es una ciudad, ni una industria...
es un raro gas nervioso que flota sobre nosotros".
William Faulkner


Desde que Hollywood nos inspira, no sólo enloquecieron la justicia, la guerra, la policía, sino el amor también.
Antes de Hollywood, las cosas eran más como son, y chau., la gente no tenía esperanzas desmedidas.
Los héroes de guerra antes de Hollywood terminaban por lo general descuartizados y resentidos hasta volverse lógicamente despreciables y marginados; y la policía era más sobria incluso hasta para torturarte; no cualquier picapleitos se creía Kevin Costner o Al Pacino; y el amor se deslizaba por sus canales habituales de hartazgo, desencanto y desgaste, y entonces, para rematarlos en la ficción, se recurría mejor a la tragedia, como suele hacer, por ejemplo, la realidad.
Antes de Hollywood los finales felices eran baratijas sin público, las grandes ficciones se consagraban casi siempre en desastres pasionales que hicieron de Shakespeare o Flaubert escritores muy sabios, aunque no muy alentadores, claro…
Pero entonces un día llegó Hollywood con sus amores eternos de 120 minutos, y la humanidad entera comenzó a enloquecer, a delirar, a creer que aquéllo, lo que tanto deseábamos y fantaseábamos, era también posible…
Y sí, más bien: era posible, pero no real…
Era posible en el cine, por dos horitas, poco más… allí el amor si, como quisiéramos, se congela en un beso como quisiéramos mientras una música como quisiéramos nos eterniza felices como quisiéramos… Luego carteles que no importan nos empastan la cara y nos exímen del después, ¿pero qué importa del después, si toda la vida es el ayer?
Deberíamos reaccionar, despertar. Ya estamos grandes: pronto el cine sonoro cumplirá cien años, ya hemos visto demasiado...



Estos dos se besan desde siempre. Pero no.


Es verdad que el mundo moderno funciona exactamente como nos cuentan El Padrino uno, dos y tres, sí. Y es cierto que la guerra es así de inasible y absurda como la vemos en Pelotón o en Apocalipsis Now. También. Y también es verdad que hay hombres que arañan, claro (recordemos sin ir más lejos a Gallardito, aquél 10 de River tan nervioso), pero el hombre araña no existe, ja, no... Ni Batman. Ni Robin. Son actores que hacen de Batman, o de Robín, ficciones, je... mentiras, bah...
La Bella y la Bestia es un cuento, por ejemplo, no un documental, ojo.
Ni tampoco es posible todavía viajar en el tiempo como dice Spilberg, cuidado, no se tiren con el auto por el balcón que se van a ensartar...
Parece una broma, un sarcasmo, ojalá lo fuera, pero no… ya casi un siglo de historias rosadas y comedias románticas con finales felices, están llevando a la locura a una humanidad completa, y a sus descendientes. Pensemos en los niños.
Antes la gente ya sabía cómo era la cosa, y se entregaba al matrimonio sin ilusiones de vodeville… Shakespeare, Balzac, Flaubert, Dostoyevski, no engañaban a su público, no lo arrojaban a las hogueras de la desilusión con una foto de James Dean chorreando aceite de cocina entre las manos… 
Porque en la vida real al final llega el beso, sí, pero despuès no te salvan los carteles, ni se oye la musiquita ésa y la vida sigue, la acción continúa, mucho, uf, hasta la muerte sigue la vida, y claro... ahí ya el beso del final no se termina nunca, se estira, se estira demasiado, incluso se hace un poquito cansador, imagináte, llega un momento que ya se te seca la boca y medio que se te empieza a acalambrar la lengua, y te empieza a dar sed, además, más bien, y después hambre, lógico, y no te digo nada si encima te agarra el invierno así, besándote eternamente, ahí capaz que ya se te congelan las patas ¿porque cómo hacés para patear el piso mientras te besás?, y encima ves que la musiquita de mierda del final no llega nunca, y los cartelitos tampoco, y vos seguís con el beso porque lo viste en el cine, sí, pero de a poco por mucho que no quieras te vas avivando de que nada es como en el cine, que no viene el The End, y que ya medio que querés ir al baño, porque llevás horas así, con el beso de la felicidad, y no, no podés, tenés que seguir porque lo viste en el cine y no sabés hasta cuándo, eso es lo peor, porque llega un momento que ya se te paspan los labios y el otro medio que te empieza a resultar una molestia, más bien, como un siamés que tenés pegado y que no sabés cómo sacártelo de encima, porque claro, empiezan a pasar los años, y los cartelitos y la musiquita de mierda que nunca llegan, y vos que ya te empezás a preguntar qué carajo de mentira es esa de la felicidad del amor eterno, y la re…
No, en el cine no es como en la vida, ojo, reaccionemos...
A Terminator se le quemó todo California, por ejemplo, y no pudo hacer nada.
Widney Snipper hace de policía en todas las películas y en la realidad se lo están llevando en cana por no pagar los impuestos igual que a Al Capone, no tiene nada que ver la ficción con la vida...
Vivimos engañados. Reaccionemos.
Hollywood también, que se ponga las pilas...
No estaría nada mal que por lo menos en las películas de amor, una leyenda al comenzar nos avisara a todos: “No intente hacer lo mismo en su casa”.



Hasta que la erosión de los vientos nos separe...

martes, 7 de diciembre de 2010

EL AMOR IDEAL NO EXISTE: ¡HÁGALO USTED MISMO!


La felicidad no nace, se hace:



DIEZ MANDAMIENTOS
PARA UNA PAREJA FELIZ






En la inteligencia de que el amor ideal no existe, pero es posible fabricarlo; y en base a quienes sostienen –no sin razón- que el matrimonio es, en la práctica, una sociedad civil; El Martiyo elaboró un catálogo certero con diez consejos infalibles para una relación feliz, estable y duradera, a la medida de sus sueños.
Aquí van ellos, y allá ustedes…

1, Los socios tienen la obligación de amarse. Hasta la muerte por lo menos. Caso contrario, intentarlo, y de no conseguirlo, suponerlo. Por lo menos decirlo, pero decirlo  hasta la muerte.

2. Los socios están obligados a ser fieles el uno al otro. En mente, cuerpo y alma. Ni pensamientos, ni impulsos, ni flashes, ni nada. Como si los socios se hubiesen practicado una lobotomía. (Que si su obra social se lo cubre… )

3. En caso de que uno de los socios cometiera adulterio, el otro puede hacer lo mismo, o, en previsión del posible futuro adulterio del otro, el otro puede cometer adulterio primero, así arrancamos de una vez que alguna vez hay que arrancar.

4. Los socios no pueden querer cosas distintas. Tienen que gustarles a los dos las mismas cosas, a la misma hora, en el mimos lugar, y con las mismas ganas. Caso contrario, se puede tomar venganza, o es permitido sospechar profundamente de los sentimientos del otro, de su fidelidad, o de la propia elección. (La sospecha de que el otro pueda ser apenas una proyección de nuestros miedos o carencias, no debe descartarse jamás)

5. Ninguno de los socios podrá ser feliz con otra cosa que no sea el otro socio. Si uno se divierte mientras el otro se aburre, el que se aburre tiene el derecho de amargar al otro.

6. Ninguno de los socios puede decirle al otro la verdad de lo que piensa del otro a medida que lo conoce de verdad.

7. Las peleas o discusiones entre los socios, deben durar poco. O mucho.

8. Los socios pueden gritar durante las discusiones, pero no tienen la obligación de escucharse.

9. Con el paso de los años, los socios no tienen ya la obligación de decirse nada. Pueden callarse.

10. En caso de tener hijos, los socios pueden olvidarse mutuamente. En caso de no tenerlos, los socios pueden olvidarse sencillamente.

Si atendiendo a estos diez sólidos y sabios mandamientos, al cabo del tiempo y la paciencia, usted no logró nunca la pareja que deseaba, no se desanime... piense que para entonces, ya mucho no le queda. No somos eternos, ¡sólo el amor lo es!.







miércoles, 1 de diciembre de 2010

PALABRAS DE AMOR. HOY: El Sexo o La Nada.

Hablemos de amor...

       EL SEXO O LA NADA




Lo que llamamos amor, el amor de pareja, es sexo, ninguna otra cosa. El sexo es la historia. La historia de la humanidad.
Vencidos, liquidados, sin esperanzas ya, agotados al cabo de un peregrinaje por todas las posibilidades del diccionario de la Real Academia (*), desistimos por fin de saber qué decimos cuando decimos amor, y nos postramos ante la pétrea verdad de tan tierna corteza: monos al fin, lo que llamaos amor, el amor de pareja, no es sino sexo…. Que una vez agotado acaso pueda fermentar en algún tipo de unión fundida por las mutuas carencias, no se descarta… pero eso es sexo también, vestigios, recuerdos o restos, pero sexo en origen.
Del sexo venimos y al sexo vamos, porque sexo somos.
Si no fuera por el sexo acaso Adán y Eva seguirían cómodamente sentados bajo un árbol sin bichos  en su insulso paraíso mirándose sin hablar, o hablando sin mucho entusiasmo del clima y del viento, de cómo cambia y se repite, del río que acaban de inaugurar allí a la vuelta, de las diversiones divinas y ajenas, mientras ellos así, eterna, intemporalmente a la espera mustia de cualquier mínima novedad. Y ni Caín ni Abel ni nada de nosotros hubiese sucedido todavía… 
Pero, pero… al descubrirse en sí mismos un entretenimiento suficiente ¡y gratuito!, la historia se echó a rodar, y aquí vamos todavía...
Nunca hizo falta otra cosa. Sexo, sólo sexo. Tal la chispa que nos basta.
Desde entonces los seres humanos exprimieron sus mejores cerebros en busca de las más grandilocuentes explicaciones a la evolución, al progreso, a sus masacres y sus guerras, cuando la única sincera, simple y preocupante razón, sigue siendo siempre la misma: el sexo. No somos mucho más.
Alejandro de Macedonia hasta la India envuelto en su magnífica orgía bizantina como en su propio huracán…
Perón en Martín García, preso, harto, cincuentón, pensando ya en el retiro, y Evita que lo enciende y lo dispara…
¡Cleopatra!, su sólo nombre, y todo el Mediterráneo temblando bajo sus besos…
Pero acaso uno de los ejemplos mejores de tan temerario enunciado, esté en los hechos que narra la novela que El Martillo regalaba en un blog homónicmo, y que Clarín también destruyó, pero que aquí, ya, prometomos reponer en un nuevo blog.- La novela se titula: Josefina, atrapada por la pasión.
Vale aquí, a manera de anticipo, un poquito de autobombo.



Napoleón corona a Josefina emperatriz de Francia.
Algo más que un 0Km y un monoambiente en Palermo.


En 1799 Napoleón Bonaparte era un generalito de 24 años, sin otra casa ni más ropa que la que el ejército le proveía.
Josefina de Beauharnais, en cambio, tenía ya 36 años y era una ardiente criolla que había salvado su cabeza durante los días del Terror (no así la de su marido), a cambio de favores sexuales, y así también se había convertido entonces en carísima cortesana, propiedad de Paul Barrás, integrante del directorio que por entonces desgobernaba Francia, y a la sazón padrino político de aquél generalito, que tal cual el propio Barrás le avisó a Josefina; “no tenía más que su espada y su capa”.
Josefina ya era viuda, tenía dos hijos, y ninguna renta. Buscaba otra cosa, pero Napoleón se obsesionó con ella, y enceguecido por el ardor, cual príncipe valiente, le aseguró que él llegaría muy lejos con esa su capa y esa su espada.
Barrás creyó que así, a través de Josefina, manejaría mejor al impetuoso generalito, y autorizó el casamiento. Pero inmediatamente, para sacárselo de encima, le encajó los vestigios del ejército francés que desde hacía un par de años agonizaba en el norte de Italia, vencido, mal pago, en harapos… era un fracaso seguro.
Napoleón marchó a la guerra, y ella se quedó en París y se buscó otro amante. Pero él, allá, en Italia, lo supo. Y encendido de ira, con aquél ejército vencido, recuperó en pocas semanas toda la península de Italia. Luego volvió a Francia para hacerse del poder y mandar a fusilar al amante de su esposa como haría cualquier macho normal sanamente enfurecido por el orgullo mancillado porque otro macho osó tocar la hembra que de macho hizo suya…Así nació el imperio napoleónico.
Y así se hace la historia en todo el reino animal: impulsados sus mayores movimientos por ardores íntimos, naturales, irracionales, atávicos…  residuos bestiales de lo que siempre seremos… 
Después a todo eso le llamaremos, pretenciosos –o asustados-, amor, pasión, ambición,  evolución, orden y progreso, igualdad, fraternidad y libertad; tercera coalición, cuarta y quinta, imperio británico, español o romano, o como quieran llamarle a esa fuerza que detona la vida y que es siempre la misma.
Esa fuerza por la cual fuimos capaces, incluso, de abjurar del paraíso. Mirá qué detalle.

                Dios perdona siempre, el hombre perdona a veces,
 la naturaleza no perdona nunca.




sábado, 27 de noviembre de 2010

PALABRAS DE AMOR. HOY: LOCOS DE AMOR y otras perturbaciones...

Desordenes de la mente


LOCOS DE AMOR
(y otras perturbaciones)


Ya el 13 de nviembre, en esta misma sección, bajo el título Amar es nunca entender lo que decís, intentamos exactamente explicarnos qué decíamos cuando decíamos "amor", y recurrimos entonces, razonable aunque infructuosamente, al sin embargo insuperable diccionario de la Real Academia de la Lengua Española... pero no, tampoco tan doctos caballeros lograron precisar qué clase de cosa era ese arrebato de pasión que nos fascina hasta la obsesión, y cuyo objeto bien puede ser alguien que apenas ayer era un perfecto desconocido…
Y así de acalorados de pronto, reparando al escribir en nuestras propias palabras calientes, creímos avistar, allí, acaso, otra alternativa en la búsqueda de la misma verdad,  otra vez a partir del supremo diccionario de nuestra lengua, pero ya no de manera directa, sino tangencial, taimada si se quiere, atacando la palabrita por los caminos laterales de esos sinónimos que no son sinónimos, pero que nosotros lo mismo usamos para decir amor. (Así nos va).
Los resultados fueron no menos sorprendentes que preocupantes. A saber.
Probamos primero con la palabra "Pasíón".
Arrancamos mal:
Pasión: Acto de padecer -así nomás se larga, y al toque ya lo meten al Cristo, y que se arregle-: 2. pasión de Jesucristo... Después sigue, pero es peor: Perturbación o afecto desordenado del ánimo… (ahí ya salimos corriendo).
Intentamos entonces con "fascinación", que nos sonaba más a Julio Iglesias y por eso pensamos que… pero no, tampoco allí encontramos alivio:
Fascinar: Engañar, alucinar, ofuscar… Atraer irresistiblemente… hacer mal de ojo…
Llegados a este punto, perdidos en dicho huracán de congojas y disturbios, la palabra "obsesión" se oía al menos como una sirena de sensatez científica en dicho fárrago de locura. La buscamos... pero allí estaba otra vez "la perturbación anímica producida por una idea fija"…o la "idea que con tenaz persistencia asalta la mente"…
(Faulkner tiene razón: ya no se habla del corazón, sino de glándulas)
Pero bueno… si el inobjetable diccionario de la Real Academia de la Lengua que hablamos, dice que eso decimos cuando decimos "amor"; será mejor tenerlo en cuenta, y cuando decimos amor, sepamos al menos de qué hablamos en realidad: de padecimientos y perturbaciones, desordenes de la mente y del ánimo, alucinaciones, engaños, ofuscamientos, ideas fijas y mal de ojo…
Ojo, sí.
Las cárceles y los manicomios están llenos de gente que hablaba de amor.
Son los clásicos y populares “locos de amor”.

 


lunes, 22 de noviembre de 2010

UNA DE CUPIDO: CORAZONES EN BROCHET


Palabras de amor...


UNA DE CUPIDO

Un poco de su propia medicina




El amor es lindo.
Dos desconocidos que nunca jamás se han visto antes, ni jamás se han importado por lo tanto tampoco,  en un instante se enamoran, y chau. Así es el amor.
Un hombre y una mujer que han crecido y vivido ignorando mutuamente sus dos existencias, de pronto se vuelven mutuamente imprescindibles. ¿Por qué? Porque la mágica flecha de Cupido, atravesó sus corazones, oh, como una brochet.
Y luego sucede lo que sucede siempre.
Primero ambos corazones, ahora flechados, quedan de pronto unidos -abrochados, bueno-, y así entonces, juntitosjuntitos -qué lindo-, comienzan a sangrar... Porque lógicamente, claro, la flecha, al atravesarlos, desgarró los tejidos de ambos órganos, comprometiendo, en la mayoría de los casos, arterias y válvulas vitales que nos eximimos de enumerar por las dudas usted esté comiendo.

Imaginario corazón herido... (que te duele de verdad).


El caso es que partir de allí, sangrando juntos, ambos corazones, obedeciendo, dijéramos, a un atávico instinto de supervivencia, intentan, cada vez con mayor frecuencia y fuerza, extraerse la flecha que destroza sus vísceras, lógico.
Desde luego, en cada intento por arrancarla, al maniobrar la flecha, el mismo movimiento estropea aún más los tejidos interiores de ambos músculos cardíacos, aumentando por consiguiente sendas profusas hemorragias… Suele suceder en tales casos, por lo general, que allí los atravesados se desesperen -cual ahogados, cual asfixiados (cual desesperados, bah)-, y esto, desde luego, intensifica las hemorragias. Claro.Mucho.
Llegado este punto, de más está decir que aurículas, ventrículos, válvulas, en fin… que ahí ya nada está del todo entero, más bien.
¿Qué sucede entonces?, ¿Qué hacer entonces?...
No, consejos no damos. (Y menos a los enamorados, que en dicho estado y situación no consiguen razonar -si es que te oyen-).  En cuando a qué sucede…
Encuestas propias nos demostraron que en tales casos, los desenlaces se reducen a dos alternativas solas:
Una: o los propietarios de dichos órganos se resignan a la flecha, y sangran juntos hasta que la muerte por fin los separe (y detenga de paso la hemorragia); o, dos: se arrancan la flecha junto con los corazones, y chau. El amor es así.
Cualquier otro final, es un desmán de la suerte que no pesa en las estadísticas, o una historia trunca de esas que nos gusta llamar gases de hollywood... 


El popular corazón al plato: apenas una víscera. 
No le pida peras al olmo.

sábado, 13 de noviembre de 2010

"Palabras de amor"... porque El Martiyo también tiene un corazón...

PALABRAS DE AMOR


Reponemos aquí nuestra sección asaz romántica ya desde su título, y en la cual pretendemos reunir, verso a verso, golpe a golpe, martillazo a martillazo, nuestros pensamientos, reflexiones y dudas acerca de un tema que desde Eva y Adán hasta nuestros días -lo cual no es poco-, carece de solución.
No nos proponemos –moderamos nuestra vanidad- encontrar nosotros, aquì, esa solución.
Pero tampoco vamos a permitir que nos acusen jamás de haber celebrado el problema.
Sean siempre bienvenidos.
Y siempre valientes, claro.


* * *


AMOR ES NUNCA ENTENDER LO QUE DECÍS




A veces sobran las palabras...



Más sabido que el himno nacional es que las mujeres se casan creyendo que el hombre va a cambiar, y el hombre no cambia; y que los hombres se casan creyendo que la mujer no cambiará, y la mujer cambia.
Y no menos sabido es que los hombres son capaces de mentir amor para conseguir sexo, y que las mujeres son capaces de mentir sexo para conseguir amor.
El lógico resultado es que todo es mentira.
Es mentira que ellos van a cambiar, es mentira que ellas no cambiarán, es mentira el amor que decimos y el sexo que nos dan. Y como todo es mentira, el amor, así, resulta en una gran confusión.
Sin embargo, investigaciones propias de El Martiyo, nos permiten arriesgar que  todo acaso se reduce, una vez más, como buenos monos parlantes que somos, a un problema de lenguaje. Simplemente no nos entendemos.
La palabra felicidad, que para la mujer puede significar matrimonio, casa, niños, alegría del hogar dulce hogar; para el hombre, en cambio, suele significar libertad, aventura, viajes, mujeres, amigos, copas, amigos y más mujeres…
Así también la palabra diversión, que para la mujer puede significar salir, pasear, shopping, cena, show y dancing… para el hombre bien puede reducirse a la final en directo de la Champion Ligue
Así más aún la terrible palabra sexo, que para la mujer puede significar ternura, calidez, o acaso rélax… para el hombre puede significa orgía, películas porno, dos por el precio de una y viva la pepa…
Así a su vez la palabra rélax, que para la mujer puede significar siete días de vacaciones en la otra punta del mundo, con aéreo y all inclusive, más dos excursiones diarias y actividades nocturnas programadas… para el hombre, tal vez, signifca apenas domir hasta cualquier hora, y estar al pedo el resto del día…
No queremos extendernos demasiado, creemos que son tiempos de textos breves y extrema síntesis; la enumeración de esta suerte de accidentes podrìa ser tan magnífica como la lengua castellana…
Decìmos apenas que todo esa gran confusiòn que llamamos amor sin ninguna propiedad, está originada y sustentada, una vez más, en un problema de lenguaje.
Aaaah, si los monos no hablásemos!... ni del dolor sabríamos, ni del amor nos doleríamos.



Y a veces nos quedamos sin palabras...