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domingo, 24 de noviembre de 2013

40 DÍAS SIN CRISTINA: EL DESIERTO DE LA OPOSICIÓN


En los instantes más trágicos del kirchnerismo –la muerte de Néstor, la enfermedad de Cristina-, se advierte con mayor nitidez el espíritu de carroña del rejunte impotente que le oponen los dueños del poder económico. 
Durante cuarenta días Cristina les dejó el campo libre, y todo lo que supieron hacer, fue lo de siempre: soltar espuma por la boca, y mentir y mentir. 
Una sola sonrisa suya bastó para arrasarlos como un huracán.



CRISTINA, LOS OTROS Y LA NADA




La contundente reaparición pública de Cristina, entera y mejor, deshizo en un instante 40 laboriosos días de rumores, mentiras, edificios de vulgaridades, que en el tiempo que dura un spot, quedaron reducidos a polvo y espanto.
En las redes sociales, en el basurero de los comentarios que incentivan los portales de Clarín y La Nazión, en la calle, se ha dicho, sin vergüenzas ni razones, de todo. Compendio y apoteosis, quizás valgan de ejemplo y síntesis de ese espíritu de odio y futilidad, las palabras de la futura vedette Victoria Donda  -hoy diputada por el extraño socialismo de Capriles-, repitiendo sin pensar, apenas horas antes de la reaparición espectacular de Cristina, “dicen que parece una planta”.
“Dicen que parece”… tal la esencia, la sustancia, del pensamiento opositor. “Dicen que parece”. Nada se afirma, nada se ha visto, nada se sabe; por lo tanto cualquier cosa puede decirse. Es la era Clarín, que así termina… mal.
No hace tanto el actor cómico Jorge Lanata en su show de los domingos para el Grupo, soltó envuelto como información un delirio según el cual Néstor Kirchner había sido asesinado, y para que nada falte, por alguien de su entorno. La noticia hubiese bastado para frenar la marcha de cualquier país, ya no sólo de sus rotativas. Pero como la cosa no es tan fácil, el disparate apenas prendió, y el cómico prefirió olvidarlo, como antes había olvidado el viaje de Boudou llevando guita a Carmelo, cuando en realidad estaba en el Senado y por la tele; y así tantas otras mentiras de las que sólo consigue volver por el sendero del odio del que lo escucha sin pensar. En esa dimensión, claro, todo vale.
Cristina parecía una planta, estaba paralítica, tenía “la cara podrida” –así lo oyó este cronista-, deliraba, había perdido la razón, la movilidad, una parte del cerebro y otra del cráneo, en fin… 40 días de un desierto irrespirable, hasta que simplemente apareció, sonrió, y chau. Caminado, revoleando los dos brazos, aliviado su luto, la cara como siempre, pero extrañamente, toda ella, mejor. Repuesta, renovada, o recargada. Más fuerte, más Cristina que nunca… como si ya supiera que del otro lado no hay nada… Clarín, que corre para adecuarse porque se deshace… Dondita, sus tetas vanas… el payaso Lanatín, sus tristes chistes… nada… les dejó el campo libre por 40 días y 40 noches, y no pudieron más que alucinar mentiras, vulgaridades, edificios de rabia y espuma que ella viene y arrasa con el rápido huracán de una sola sonrisa.
Las encuestas la saludaron con más del 50 por ciento de imagen positiva. Los habladores del Grupo tuvieron que agachar la cabeza y reconocer que sin ella, la política argentina se estanca y gira en falso; y lo que es peor, aún sin ella el modelo que puso en marcha, no descarrila. Los cambios en el gabinete, acabaron por taparle la boca a los que todavía farfullaban algo sobre la falta de reacción de una presidenta que justamente ha demostrado reflejos de madre. Todo lo que habían dicho, supuesto, augurado y afirmado los habladores, se hizo polvo en el viento porque ella volvió.
Sin más nada que agregar, con la cabeza baja y bien calladitos, los charlatanes se volvieron a su cucha, ni perdón pidieron. Avergonzados pero soberbios, así construyen su derrota.
En 40 días no pudieron, no supieron, articular una oposición real, mucho menos, ja, un programa de gobierno alternativo al modelo que tanto critican (sin oponerle más que el estallado en 2001). No pudieron, tampoco, desbaratar siquiera, aprovechando su ausencia, la ley de medios. Ni siquiera consiguieron librarse de esa vieja obsesión que era Guillermo Moreno; tuvieron que esperarla...  40 días, y no consiguieron, entre todos, nada.
Es tal la grandeza de esta mujer frente al rejunte que enfrenta, que se entiende el odio, porque es hijo putativo de la impotencia.


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