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viernes, 15 de marzo de 2013

ANTICIPO EXCLUSIVO: EL VATICANO LE ENDOSÓ SUS PROBLEMAS A BERGOGLIO, Y VICEVERSA...





Poco tardó el Vaticano en bajar al barro hediondo de la última dictadura argentina y su genocidio. El vocero papal ya está en pleno debate con Página 12, soñando que una rápida desmentida pondrá fin a una historia que recién comienza. El tema son los dos jesuitas que el ahora papa habría entregado en 1976. Verdadero o falso, lo cierto es que el Vaticano le endosó sus problemas a Bergoglio, y viceversa.


UN MUCHACHO COMO YO


Jorge Bergoglio, Papa.




El Papa en subte, el Papa pagando el hotel de su bolsillo, el Papa con sus zapatos viejos; nos remiten sin solución al primer Carlos Menem, cuando apenas asumido huía de su custodia en su propio coche, para comer en sus restorantes de siempre, lejos del protocolo y toda su pompa. El Martiyo por las dudas recomienda esperar. Poco tardará en saberse si tales gestos nacen de su interior, o son más oropel. 
Mientras tanto, la Santa Sede se ve de pronto explicando asuntos que siempre supo ignorar. Por caso, el último genocidio argentino. (Nunca olvidemos al general Roca, otro bendito de las conquistas).
Federico Lombardi, vocero papal –el mismo que hace unos días se enojó cuando un periodista le recordó que el nuevo presidente del IOR fabricaba naves de guerra-, ayer se enojó con Página 12. "Estamos en presencia de una campaña calumniosa y anticlerical de larga data llevada adelante por un medio cuyo origen es conocido y notorio".
El “medio” aludido es el diario para el que trabaja Horacio Verbitsky, quien en su libro Iglesia y democracia (2006), acusa al ahora papa de estar directamente relacionado con el secuestro de dos sacerdotes de su comunidad que se desempeñaban en la villa porteña del Bajo Flores, cuando Bergoglio dirigía la Compañía de Jesús, en 1976.
Unos acusan, los otros desmienten. En algún lugar queda la verdad, pero por ahora todo es duda. No es lo que importa aquí.
Lo que importa aquí es lo que avisábamos apenas ayer (ver Francisco el de Floresta), cuando advertíamos que ahora el mundo entero, con avidez mediática, revisaría la historia de Jorge Bergolio, y allí se llevaría por delante, lo quisiera o no, le gustara o no,  la historia moderna de la Iglesia Católica Argentina.
Porque es cierto: el Vaticano le endosó a Bergoglio el infierno que hoy esconde bajo sus sotanas, pero Bergoglio, a cambio, le endosó al Vaticano la compleja historia moderna de la Iglesia Católica Argentina, con la pesada cruz de un genocidio a cuestas.
La bendición sobre aquellos dictadores; los curas y las monjas desaparecidos y/o asesinados; los miles de ciudadanos desaparecidos y/o asesinados ante el silencio absoluto de la jerarquía eclesiástica; las tétricas aventuras de Monseñor Plaza y el terrible von Wernick; las propias andanzas del nuevo papa; los genocidas comulgando como si nada todavía hoy; el documento que prueba las reuniones de los entonces cardenales Aramburu, Primatesta y Zaspe para acordar con Videla el silencio de sus crímenes… todos asuntos que poco le importaban al Vaticano hasta el miércoles, y que hoy, viernes nomás, ya son suyos.
Allí está de pronto el vocero papal peleándose con un diario porteño con la pretensión de terminar así de rápido una historia que recién comienza.
El cruce de acusaciones y declaraciones, ha levantado su telón.
Sin quererlo, o mejor dicho: sin esperarlo, Verbitsky puso un pie en el Vaticano. Sus acusaciones, su diario, su libro y sus testigos, irrumpen con él. Otros medios, otras organizaciones, otros testigos, tomarán partido, a favor, y en contra. Sea como fuere, el Papa –el Vaticano- tendrá que explicar(se). A través de sus voceros, de sus medios, y de sus testigos, pero tendrá que explicarse, disculparse, defenderse. Limpiarse.
También ayer lo decíamos aquí: acaso fuera apurada la euforia de los festejos de la grey católica argentina. A veces mejor no llamar la atención.  


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