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sábado, 9 de febrero de 2013

EJERCICIO PRÁCTICO: DISECAMOS A ALCADIO OÑA DE CLARÍN.


Al servicio de todos los lectores del mundo –al fin y al cabo la realidad en todo el mundo hoy no es sino la percepción que de ella tenemos a través de los medios- publicamos el último lunes un preciso decálogo de consejos puntuales para el lector avivado, que viene a ser todo lo contrario al lector apurado (ver aquí) . Hoy invitamos a todos por igual a un sano ejercicio práctico basado en dicho decálogo, y a la luz de sus consejos, descomponemos el último artículo de Alcadio Oña, alto oficial del no menos descompuesto diario Clarín.

DE APURADOS Y AVIVADOS




Fuera de las redacciones y sus profesionales, entre los civiles, existen sólo dos clases de lectores de medios: el lector apurado, y el lector avivado.
El apurado, lee y repite como quien traga y vomita. El avivado mastica bien y despacio y digiere y defeca... cuando no escupe directamente.
El apurado busca que le den la razón. El avivado quiere información.
El apurado sólo quiere argumentos para sostener lo que viene diciendo sin tener argumentos. El avivado nota que de un lado y del otro, todos tienen argumentos.
El avivado no será soprendido. El apurado será engañado.
Sin embargo, y gracias al Martiyo, ahora el lector apurado puede convertirse rápidamente en un lector avivado, con sólo fijar en su mente, cada vez que enfrente un medio, aquel tan preciso decálogo nuestro.
Como demostración, a la luz de sus diez mandamientos, disecamos aquí el articulo publicado hoy en Clarín por Alcadio Oña, y titulado ya no con un anuncio o noticia, sino con una premisa u opinión de incierta lógica y dudosa sustancia: “En el reino de la improvisación permanente”.
Oña arranca así:

Está a la vista de todo el mundo: con independencia de sus efectos, el congelamiento de precios prueba que, al final, el proceso inflacionario y las expectativas sin freno terminaron por estallarle en las manos al Gobierno. Por lo tanto, la decisión no puede ser considerada parte de una política: se trata, sencillamente, de una salida de apuro.

De arranque, como se observa, el autor parte de un consenso mundial que no sustenta con nada, y que es de hecho por lo menos exagerado. Muy. “Está a la vista para todo el mundo”, cheeeee... Ahí ya nomás Oña es filtrado por los puntos 4 y 6 de nuestro decálogo.
E inmediatametne (“el congelamiento de precios prueba que”), Oña presenta como prueba irrefutable una opinión apenas personal (o patronal, bueno), y como tal subjetiva, ergo del todo discutible; y sin embargo, al toque, con tan poco y nada, Oña enseguida concluye definitivo con un recio “Por lo tanto…”, como si de verdad hubiese demostrado algo. No pssa los puntos 2, 3, 4, 5 y 6.
Y sigue así:

Es igualmente evidente que así buscan presionar a los sindicatos o, más bien, contener los reclamos salariales. Aunque, de nuevo, los resultados son bien dudosos.

"Es igualmente evidente", dice para comenzar su segundo párrafo, y así, con tan pocas rapiditas palabras, prueba convirtir su previo rosario de opiniones tan subjetivas, en claras evidencias ya expuestas... No conforme sin embargo con semejante confusión, y sin que nada lo avise, Oña pasa a ocupar, cual narrador omnisciente, la mente ajena: “así buscan presionar”, nos dice -¡nos informa!-, porque él sabe lo que el otro piensa, pretende, siente… Impresionante, sí. El rápido delirio cierra otra vez con una conclusión no menos veloz, que en su velocidad pretende, pobre, ser información, Pero no es nada, nada de nada.  
Punto aparte, y sigue:

Anticipa alguien que pasó por la administración kirchnerista: “Pronto veremos como los gremialistas ingresan a la galería de los adversarios del gobierno nacional y popular, junto a la Justicia, los medios no adictos, el socialismo del FAP y tantos otros”.

Aquí el autor se lanza de lleno contra el punto 5 de nuestro decálogo, y trata de revestirnos con muchas palabras serias (“anticipa”,  “administración”, “kirchnerista”), lo que es en sí técnicamente un chisme simple y punto. Y colgado a los dos puntos, nos impone el invento de otro augurio improbable:  "Pronto veremos...". Información cero. No tiene información. Dice lo que le mandan decir y para sostenerlo, como es un puro invento, lo pone en boca de un fantasma de supuesta importancia… cheeee.
A continuación, ya cebado, evidentemente cebado, confiado en que para Clarín ya cualquier cosa vale, sin alterar su tono fatuo, Oña prueba ya la profecía doble con sólo tocar el tiempo verbal, y pegarle una subordinada condicional que complete la fantasía:

El instrumento que el Gobierno tiene a tiro y usará a fondo consiste en no homologar los convenios, si los aumentos superan la regla del 20% que bajó desde la Casa Rosada.

“Usará”, dice… ja… “si los aumentos…”… “sí…”. Jo

El artículo continúa pero no mejora y se extiende hasta lo ilegible sin que el autor renueve en nada su reducido repertorio de trucos y de trampas con los cuales engaña al lector apurado, y a nadie más.
Consulte nuestro decálogo (aquí)... sepa que leer apurado puede ser mucho más peligroso que comer apurado, o cruzar apurado una avenida.

* * * 

 

1 comentario:

  1. Los mellizos Algañaraz (Julio y Juan Carlos) solían contar que al tal Alcadio le decían "Oña, niño pequeño", en sus comienzos. El tal niño no creció nada. Simple alcahuete de Ricardo Roa o del jefe de turno.

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