////// Año XVIº /// Editor Anónimo: Daniel Ares /// "Prefiero ser martillo que yunque", Julio Popper ///

viernes, 18 de febrero de 2011

MEMORIAS DE UN MERCENARIO. HOY: "JUEGO DE TIBURONES".


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El periodismo es un negocio de extorsión, la prensa libre no existe, y estamos todos rodeados”; fue dicho en el post del 10/11, Una puta inmaculada, que sirve de introducción a esta sección, y donde a la vez anunciábamos estos rápidos relatos destinados a refrendar con hechos las palabras, porque una buena historia vale más que mil imágenes. El autor se retiró de lo que gusta llamar "el periodismo industrial", no arrepentido, pero si medio asqueado, al cabo de 25 años de oficio.
De su experiencia, estos recuerdos.



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El Martiyo Producciones presenta…


"Memorias de un mercenario"
 




“Los mercenarios que he tratado, y con quienes a veces he compartido la vida, combaten de los veinte a los treinta años para rehacer el mundo. Hasta los cuarenta, se baten por sus sueños y por esa idea que de sí mismo se han inventado. Después, si no han dejado la piel en la batalla, se resignan a vivir como todo el mundo –a vivir mal, porque no cobran ningún retiro- y mueren en su lecho de una congestión o de una cirrosis hepática. El dinero nunca les interesa, la gloria rara vez, y se preocupan muy poco de la opinión que merecen a sus contemporáneos. En esto es en lo que se distinguen de los demás hombres”.

Jean Lartéguy 


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Hoy:  "Juego de tiburones"


Ningún editor en ninguna redacción dirá jamás “vamos a destruir a fulano”. No, los editores, los dueños de los medios, y los que allí mandan, no hablan así. No más allá del ámbito de sus herméticas cúpulas, y a veces ni siquiera allí.
Más bien, y dependiendo de las capacidades histriónicas de cada editor, éste se presentará indignado por las peripecias morales de Fulano; acaso nos agregue un inventario de sus probables miserias –que nosotros tomaremos como probadas-, y luego sí, por fin, casi con inocencia, nos encargará una investigación sobre el sospechoso  fulano. ¿Se entiende? Mejor así, en el periodismo industrial, el novato deja de ser un novato a medida que afina el oído.
Terminaba 1990 cuando después de cinco años de sobrevivir como free lance –así  gustaba llamarme-, circunstancias muy personales que no vienen al caso, me obligaron a volver al yugo diario de las redacciones estrepitosas, como las llamaba Arlt...
Y elegí Noticias de la Editorial Perfil, porque entonces era la revista de mayor venta, y porque en el comando estaban un montón de viejos camaradas que sí habían seguido su carrera jerárquica a bordo de sólidos buques mercantes, y apenas me ofrecí por las dársenas, enseguida me tomaron. Y allí empecé de vuelta como si empezara de abajo.
El mundo de las grandes redacciones es un ambiente seudo artístico, de seudos artistas y seudos astros y seudas estrellas, donde el ego nos revela lo peor de nosotros, egoísmos, competencia desleal, celos profesionales –un eufemismo por envidia-, y otras miserias conjugadas... ninguna bohemia, ja, qué va: te dormís cinco segundos, y te pasan una navaja por el cuello.
Así las cosas, en tales ámbitos, no siempre se perdona el retorno de los hijos pródigos que probaron la libertad, y… y que aquí vuelven vencidos.
Allí entonces, cierta tarde, Teresa Pacciti, editora de Noticias, , me encomendó “como para empezar” un “recuadrito” rápido y barato sobre Eduardo Eurnekian, entonces flamante dueño de la señal América de televisión, ya sobre los aeropuertos argentinos, y tan allegado sino amigo del entonces presidente Carlos Menem. Y Teresa me contó que “Jorge” (Fontevecchia), parecía muy republicanamente preocupado por el crecimiento patrimonial y mediático del fulano en cuestión…
A buen entendedor… De cualquier forma el destino eran no más de 30 líneas como parte de una nota que ni siquiera me explicaron.
Pero la experiencia vale la vida que te cuesta.
Entonces Eurnekian mantenía una casi violenta rivalidad con Julio Ramos, dueño-fundador de Ámbito Financiero, y que por aquellos días justamente acababa de perder una licitación o algo así con Eurnekian, una señal de radio, o algo  más, eso no puedo recordarlo, lo que sí recuerdo, es que se odiaban. Tomé el atajo.
Para no molestar al señor Eurnekian con una entrevista en la que me hablara bien de sí mismo sin parar, preferí molestar mejor al señor Julio Ramos, que no quiso hablar de su archirival, en atención a la ética –supuse-, pero quien muy amablemente, al día siguiente nomás, me hizo llegar a la redacción y a mi nombre una caja que parecía contener dos pares de zapatos, pero contenía más o menos cuatro kilos de fotocopias con la vida y la obra, documentos personales, contratos, negocios, antecedente legales, causas, pelos y señales de mi objetivo y sus empresas.
Todo, bah. En ese plato de plata, faltaba nada más que la cabeza cortada del propio Eurnekian..
El volumen y la calidad del material se llevó por delante cualquier otra idea, y fue la tapa de la semana. Ningún recuadrito.
Arrancábamos bien.
Sentí que aún no estaba en forma del todo, pero que los reflejos todavía respondían, y que las mañas cosechadas en los caminos, comenzaban por fin a florecer... y fructificar.
Como escribo estos relatos sobre todo para salvar de ilusiones innecesarias a los jóvenes que se inician en la industria periodística, me gustaría por las dudas subrayar la moraleja: cuando tu objetivo tiene enemigos, tu misión tiene amigos. 
Y nunca agradezcan nada.
Antes de un año Julio Ramos iba a cobrarme bien caro aquél favor (que también se hizo a sí mismo)… aunque esa ya es otra historia.
Lo importante es recordar que en este juego, uno es el pescador, ellos los tiburones.

 
(continuará)

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