////// Año XVIº /// Editor Anónimo: Daniel Ares /// "Prefiero ser martillo que yunque", Julio Popper ///

lunes, 3 de enero de 2011

EUROPA EN GUERRA: LA BATALLA DEL GLYCOL


Los aeropuertos pelean por anticongelante



LA ERA DEL HIELO





“Para colmo el mal tiempo”
Ernest Hemingway, París era una fiesta.

Predicción por excelencia del Martiyo -lamentable por infalible-, la guerra en Europa, cuyo comienzo anunciamos ya desde los días del Martillo; por fin es descubierta incluso hasta por nuestros principales diarios que hace rato no se enteran de nada enceguecidos como están por salvar de la justicia a sus negocios y sus dueños...
Sin embargo ayer nomás el corresponsal de Clarín desde Bruselas inicia su nota sobre la escasez de anticongelante en Europa, con estas textuales palabras: “Los aeropuertos europeos entraron en una guerra”: El trágico vocablo ya comienza a llover, gotea por ahora, pero desde un cielo negro cada vez más negro.
Y no forzamos la interpretación de los hechos, ni la frase del cronista, ni de jactarnos de ver lo que se se ve a simple vista aunque muchos no quieran mirarlo... Se trata nada más de revisar cada tanto lo que todavía queremos creer que aún es posible parar.  
Por el momento "parece" que la palabra guerra ahí apenas refiere a la guerra por el glycol, el líquido que permite descongelar los aviones, y que entró en falta no sólo por la excesiva demanda, sino también porque los trabajadores de una de las tres únicas industrias que lo producen para toda Europa, entraron en huelga como tantos otros trabajadores de toda Europa. Por eso encomillamos “parece”.
Porque a esta guerra de los aeropuertos se suma el raro rosario de bombas en las embajadas de Chile y de Suiza en Italia, en el parlamento griego, en su embajada de Buenos Aires, y otros explosivos no detonados pero también hallados o simulados en amenazas que se suceden y enrarecen el aire de toda Europa, y entonces en dicho contexto la guerra de los aeropuertos pasa a "parecer" apenas una batalla de la gran guerra de Europa.
Porque a la guerra de los aeropuertosa las bombas por todos lados, habría que agregar además las protestas cada día más violentas que detonan por simpatía en toda las capitales de Europa conforme les informan a sus pueblos que todo era mentira y que se acabó la fiesta; y a la guerra de los aeropuertos, las bombas y las protestas, habría que sumar además el consecuente avance de la xenofobia y por lo tanto de la ultra derecha desesperada en casi todos los parlamentos europeos; que a su vez dan por ejemplo en las deportaciones étnicas del humanista Sarkozy (ver aquí), y en las amenazas de la inestable Angela Merkel (ver aquí), y en la recesión y en la desocupación que suben sin parar en España, Irlanda, Portugal, Italia, Grecia, y el dominó que les sigue, y para colmo el mal tiempo...

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Porque a la falta de anticongelante, además hay que sumarle las vías férreas y las carreteras interrumpidas por las nevadas de un invierno hijo del diablo que así nos descubre a todos la real precariedad de un viejo primer mundo en la pendiente de su decadencia.  
En tan extraño contexto asume la presidencia semestral del parlamento Europeo el primer ministro húngaro, Victor Orbán, quien acaba de instaurar en su país un régimen bastante similar, en principio, al stalinismo, con intervención estatal efectiva y directa sobre los medios de comunicación, y limitaciones políticas concretas al poder judicial.
Desde luego la mitad de Europa se opone a dicha presidencia, mientras la otra mitad la mira con cariño. La Unión Europea se desune otra vez. Igual sucede con el tema del muro que ahora quieren levantar los griegos para defenderse de la inmigración de los turcos. Algunos países de la comunidad se oponen, y otros sueñan con su propio muro. La cosa que así, por aquí y por allá, por esto y por aquello, la gran Unión se desune y se desune en un juego de grietas que abren nuevas grietas y que anuncian abismos.
Un cronista apurado, distraído -o perceptivo-, podría usar aquí también la expresión guerra, la guera parlamentaria o la guerra de las inmigranteso o algo por el estilo, y sin embargo, no serían estas sino otras batallas de la gran guerra que repta, se extiende y estalla por toda Europa todos los días.
Y para colmo el mal tiempo.



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