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sábado, 8 de enero de 2011

Crónicas y Blues. Hoy: "Los cadáveres de la mañana".



Los cadáveres de la mañana


Una mañana apareció un cuerpo sobre la playa y fue toda una novedad.
La gente se paraba para mirarlo, hacían comentarios, rápido el rumor corrió por el pueblo, y entonces, quien más quien menos, todos sentimos un poquito de pena por el cadáver.

Pero a la mañana siguiente apareció otro cadáver, y al otro día aparecieron dos más, y así cada vez más y más cadáveres, hasta que todos empezamos a preocuparnos, por supuesto.

Pronto los cadáveres estaban por toda la playa y había que mirar bien para no tropezar con uno cuando caminabas por la orilla.
Un montón de cadáveres aparecía cada mañana. Algunos panza arriba, con el vientre inflado como un globo; otros boca abajo, otros de lado, pero todos retorcidos, con la boca y los ojos bien abiertos, como sorprendidos de morirse...

Muchas veces -aunque casi siempre sin querer- una moto, un auto, algún vehículo, les pasaba por encima y entonces los cadáveres reventaban y les explotaban las tripas… Incluso un pescador dijo haber visto a unos niños divirtiéndose con los cuerpos (los niños pueden ser muy crueles, ya se sabe).
La cosa es que los cuerpos, más que pena, ya daban un poquito de asco, para qué engañarnos.

Los urubúes y otros pájaros carroñeros eran los únicos felices. Sus desayunos eran los mejores del pueblo, y nadie los molestaba mientras comían, porque de alguna manera (no hay mal que por bien no venga), limpiaban la playa.

Pero los urubúes ni todos los pájaros bastaron.
Cada mañana aparecían más y más cadáveres.
Ahora todos dicen que hay que hacer algo urgentemente, que esto no puede seguir así, y bla-bla-blá.
Pero nadie dice qué es lo que hay que hacer, porque nadie sabe qué es lo que hay que hacer.
Algunos culpan al intendente y a la municipalidad y a todo el gobierno en general, porque nadie hace nada y eso es lo que da más rabia.
Porque digámoslo de una vez: los cuerpos ya no dan asco ni pena, más bien dan bronca.
Y es que tampoco es mucho lo que se puede hacer. Los muertos están muertos, y cada mañana aparecen más y más cadáveres a lo largo de la playa.
Por suerte, entre los cuerpos, siempre queda algún lugarcito donde tirarse a tomar sol junto a la orilla.
Soy de los que piensan que la vida hay que disfrutarla.


(D.A./Garopaba, 1 de agosto de 1998)

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