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miércoles, 8 de diciembre de 2010

MEMORIAS DE UN MERCENARIO. Hoy: "Mentiras verdaderas"


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El periodismo es un negocio de extorsión, la prensa libre no existe, y estamos todos rodeados”; fue dicho en el post del 10/11, Una puta inmaculada, que sirve de introducción a esta sección, y donde a la vez anunciábamos estos rápidos relatos destinados a refrendar con hechos las palabras, porque una buena historia vale más que mil imágenes. El autor se retiró del periodismo, no arrepentido, pero si podrido, al cabo de 25 años de oficio. De su experiencia, estos recuerdos.



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El Martiyo Producciones presenta…


"Memorias de un mercenario"
 




“Los mercenarios que he tratado, y con quienes a veces he compartido la vida, combaten de los veinte a los treinta años para rehacer el mundo. Hasta los cuarenta, se baten por sus sueños y por esa idea que de sí mismo se han inventado.
Después, si no han dejado la piel en la batalla, se resignan a vivir como todo el mundo –a vivir mal, porque no cobran ningún retiro- y mueren en su lecho de una congestión o de una cirrosis hepática. El dinero nunca les interesa, la gloria rara vez, y se preocupan muy poco de la opinión que merecen a sus contemporáneos. En esto es en lo que se distinguen de los demás hombres”.

Jean Lartéguy 


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Hoy: Mentiras verdaderas


Que la verdad no te impida hacer una buena nota es un viejo axioma del oficio que cualquier principiante oye apenas comienza.
En mi caso lo había aprendido en lo inicios de los 80, allá por mis inicios y los de Gabriela Sabattini, que entonces apenas surgía,  y yo solito, con mis propias manos, la convertí en un boom. Así como lo leen.
Y es que por entonces llevaba ya un par de años batallando como cronista, y me había ganado cierta buena fama de perro de presa y revienta-puertas… en un principio sólo quise ganarme el puesto, pero así me convertí en víctima de la bestia que yo mismo inventé. De golpe todas las notas complicadas, las fotos imposibles, los personajes más esquivos, los casos inexistentes, eran todos para mí. Me tenían fe.
Tanta que mi jefe de redacción –un viejo lobo de cuadra- cierta tarde me llama y me pregunta si sabía quién era Gabriela Sabattini. Por supuesto que sí sabía, le dije, como tanta otra gente que ya empezaba a saberlo...
--  Bien –me dijo con el apuro que corresponde al oficio-, porque resulta que hay un boom de Gabriela Sabattini, todas las chicas ahora juegan al tenis, compran ropa de tenis, toman clases de tenis, se peinan como ella, en fin, un boom impresionante….esa es la nota que quiero hagas: “el boom Gabriela Sabattini”…
Le recordé que si bien la chica estaba surgiendo y prometía, no existía de momento ningún boom, ni las chicas se abalanzaban sobre las canchas de tenis, ni se peinaban como ella, ni nada de eso…
Me miró sorprendido.
-- Ya lo sé, boludo… por eso te encargo la nota a vos… ahora andá, y fabricás el boom Gabriela Sabattini: vas a las casas de deportes, preguntále a los vendedores si creen que hay un boom, si te dicen que no, buscá alguno que diga que sí, te agarrás un par de pendejas y les sacás fotos probándose ropa de tenis, de paso que se peinen como ella, y así… ¿lo ves el boom ahora?...
Dicho y hecho. Salí a la calle con un fotógrafo, recorrí un par de casas de artículos deportivos, efectivamente los vendedores se mostraron muy de acuerdo en augurar o suponer o al menos admitir un boom Gabriela Sabattini, y un par de chicas muy amables y divertidas, no tuvieron ningún inconveniente en probarse ropa y ser fotografiadas para una revista…
Esa semana esa tapa consagraba a viva voz el nuevo boom del tenis argentino.
Era todo mentira, y sin embargo… en breve sería verdad.
Y es que así funciona el periodismo... de anticipación, dijéramos… no siempre es falso, a veces nada más es prematuro. 

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